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¿Mutilarías una obra de arte?

En la semana mundial del parto respetado, María Pichot -que prepara a mujeres para el parto desde 1985- reflexiona sobre la violencia obstétrica y pone en cuestión la práctica de la cesárea, que alcanza al 80% de los partos en el mundo de las clínicas privadas.

Los vientres de las mujeres sanas, que no necesitan una cesárea, son tan intocables como una obra de arte. No dejemos que el apuro o la ansiedad de un equipo médico mutilen a una mujer innecesariamente.

Toda mujer tiene derecho a un trato digno y respetuoso durante el proceso de dar a luz. Sin embargo, tenemos evidencia de que muchas mujeres en todo el mundo experimentan malos tratos e intervenciones innecesarias durante el trabajo de parto y el parto en instituciones de salud, tanto públicas como privadas, que dejan huellas imborrables tanto en las mujeres como en sus parejas y recién nacidxs.

“Cesárea innecesaria”: es el recurso del cual se abusan los prestadores de los servicios de salud para absorber mayor clientela sin dedicarle el tiempo necesario a un parto, y está lejos de ser una intervención que se realiza a demanda de las usuarias de medicina privada.

La operación cesárea implica un riesgo a la salud seis veces mayor al de un parto normal, y para el recién nacido implica mayor riesgo de dificultad respiratoria que, aunque transitoria, requiere de internación en neonatología, con la consiguiente interferencia del vínculo precoz y continuado con sus padres, y postergación y dificultades en la lactancia.

Las mujeres del “sector privado” estarán más expuestas a una cesárea (índice que ronda el 80%, cifra que es conocida pero que no figura en ningún reporte oficial), y a ser expulsadas de lujosas habitaciones del sanatorio si sus hijxs recién nacidxs requieren atención neo-natal.

Las mujeres del “sector público” no tienen la posibilidad de una analgesia efectiva, se les retacea la cesárea, y están expuestas a mayor dolor y a malos tratos por un sistema jerárquico que no sólo subordina en base al género sino también en base a la clase. No obstante, gozan de la posibilidad de una internación conjunta, si el bebe lo necesita.

En la mayoría de las instituciones se considera a la maternidad como el resultado final de una cadena de procesos en donde por un lado ingresa la mujer embarazada y por el otro lado egresan como productos madre y recién nacidx.

Tomemos distancia del parto nacimiento rutinario para mirarlo con extrañeza y visibilizar la violencia obstétrica, sacándola de la naturalización en que se encuentra.

María Pichot es miembro de la Asociación Civil Dando a Luz. Se desempeña entre el arte y el trabajo corporal, egresó del IUNA, de la carrera de Técnicas Corporales; prepara mujeres para el parto desde 1985.

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