Los vientres de las mujeres sanas, que no necesitan una cesárea, son tan intocables como una obra de arte. No dejemos que el apuro o la ansiedad de un equipo médico mutilen a una mujer innecesariamente.
Toda mujer tiene derecho a un trato digno y respetuoso durante el proceso de dar a luz. Sin embargo, tenemos evidencia de que muchas mujeres en todo el mundo experimentan malos tratos e intervenciones innecesarias durante el trabajo de parto y el parto en instituciones de salud, tanto públicas como privadas, que dejan huellas imborrables tanto en las mujeres como en sus parejas y recién nacidxs.
“Cesárea innecesaria”: es el recurso del cual se abusan los prestadores de los servicios de salud para absorber mayor clientela sin dedicarle el tiempo necesario a un parto, y está lejos de ser una intervención que se realiza a demanda de las usuarias de medicina privada.
La operación cesárea implica un riesgo a la salud seis veces mayor al de un parto normal, y para el recién nacido implica mayor riesgo de dificultad respiratoria que, aunque transitoria, requiere de internación en neonatología, con la consiguiente interferencia del vínculo precoz y continuado con sus padres, y postergación y dificultades en la lactancia.
Las mujeres del “sector privado” estarán más expuestas a una cesárea (índice que ronda el 80%, cifra que es conocida pero que no figura en ningún reporte oficial), y a ser expulsadas de lujosas habitaciones del sanatorio si sus hijxs recién nacidxs requieren atención neo-natal.
Las mujeres del “sector público” no tienen la posibilidad de una analgesia efectiva, se les retacea la cesárea, y están expuestas a mayor dolor y a malos tratos por un sistema jerárquico que no sólo subordina en base al género sino también en base a la clase. No obstante, gozan de la posibilidad de una internación conjunta, si el bebe lo necesita.
En la mayoría de las instituciones se considera a la maternidad como el resultado final de una cadena de procesos en donde por un lado ingresa la mujer embarazada y por el otro lado egresan como productos madre y recién nacidx.
Tomemos distancia del parto nacimiento rutinario para mirarlo con extrañeza y visibilizar la violencia obstétrica, sacándola de la naturalización en que se encuentra.
María Pichot es miembro de la Asociación Civil Dando a Luz. Se desempeña entre el arte y el trabajo corporal, egresó del IUNA, de la carrera de Técnicas Corporales; prepara mujeres para el parto desde 1985.