“Soy una mujer trans que estuvo en situación de encierro. Sé lo que es pasar por eso. También sé que hay segundas oportunidades. No nacimos acá. Esto es pasajero. Van a salir como yo salí”.
Es un martes distinto en el Penal 31 de Ezeiza. Lluvioso y frío, en medio de la primavera, con olor a café, nenes y nenas corriendo por un salón donde se oye música y se respira fiesta. Los martes no es día de visita, pero este martes 15 de octubre hay fiesta familiar. Doce mujeres se preparan para recibir su diploma y sus aplausos.
“Yo estuve del lado en el que están ahora ustedes. Tuve también las profes maravillosas que ustedes tuvieron. Es como algo bendecido. Ellas nos alentaron y volvió de a poco la esperanza que todas necesitamos: que confíen en nosotras”. Isabella habla pausado, como para dejar pasar el llanto que le detiene las palabras, y así también la escuchamos todas las personas que participamos en la entrega de diplomas a las nuevas doce egresadas, entre llantos que apretujan la garganta.

Isabella Artica Vega (integrante Programa Look Que Transforma), Lucila Palacios Hardy (Relaciones con la Comunidad, Farmacity), Fernanda Rodríguez (Secretaria de Justicia), Fiorella Canoni (Directora Nacional Readaptación Social), Milena Fuertes (Jefa de Seguridad Interna)
El Programa Look Que Transforma, que creó la empresa Farmacity junto al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, tiene por objetivo la capacitación gratuita en belleza y cuidado personal de mujeres que se encuentran en especial situación de vulnerabilidad. Busca capacitarlas, empoderarlas y ayudarlas en su reinserción sociolaboral. Ya fueron capacitadas treinta y dos mujeres: algunas de ellas en situación de encierro, otras que estaban cumpliendo prisión domiciliaria y otras recientemente liberadas. El Programa continúa ahora en un penal de mujeres en la provincia de Mendoza. Son hasta hoy 32 mujeres que tienen más herramientas para transformar su vida y la de sus familias.
“Esta capacitación transformó mi vida. Me dieron la posibilidad de contar con un empleo que me devuelve la dignidad como persona. Las profes ahora son compañeras de trabajo. Chicas, las abrazo muy fuerte”.
“Sé lo difícil que es para todas las personas entrar a una cárcel, sé que provoca miedo. Gracias, profes. Más allá de lo que nos enseñaron, lo mejor fue su calidad humana, cómo nos trataron. Unos abrazos impresionantes. No es que venían así nomás a darnos un cursito, no: lo hicieron con mucho amor, nos enseñaron de verdad, para dejarnos una herramienta real, para que seamos mejores. En ningún momento nos sentimos presas. Era como estar en un curso en el barrio de Belgrano, en Once, en Constitución, en cualquier lugar, no en una cárcel. Nos hicieron sentir que éramos una más”, dice una de las egresadas y recorre con sus ojos a cada una de las capacitadoras.
Un grupo de mujeres, ‘las profes’, que forman parte del programa Get The Look, de Farmacity, estuvieron a cargo de la capacitación que cada semana las llevó al penal a transmitir sus saberes a otro grupo de mujeres en situación de encierro: “Esto es un ida y vuelta. Lo que dimos es parte de lo que recibimos. No se olviden, siempre hay una segunda oportunidad. Gracias a ustedes, porque a nosotras nos dieron la oportunidad de ver la vida de otra manera”, les dice a las egresadas Marcia García, una de las capacitadoras, antes de entregar los diplomas.
Empezaron este curso doce mujeres. Hoy, las doce reciben sus diplomas. Además, les entregan un kit con productos para que puedan empezar a trabajar una vez que dejen atrás su situación de encierro. Falta poco.
“Sé lo difícil que es para todas las personas entrar a una cárcel, sé que provoca miedo. Gracias, profes. Nos enseñaron de verdad, para que seamos mejores. En ningún momento nos sentimos presas”.
A mi lado, una de las egresadas le muestra el diploma a su hermano. Él lo lee con detenimiento, ella sonríe mientras lo mira leer. También le muestra su kit. Sonríen los dos, se miran, saben del dolor, se abrazan fuerte, de silla a silla.
“Chicas, gracias por la responsabilidad. Gracias por las palabras, por los mates. Todas somos personas. Enséñenles a otras mujeres, mimen a otras, sigan luchando”, les dice la gerenta del Programa Get The Look, a cargo de la capacitación.
Hoy, en este salón del Penal 31 se borra el adentro y el afuera, tal como pasó en las clases. Estos puentes, donde se cruzan organizaciones del espacio público y del espacio privado, donde se tejen alianzas, pueden ser grandes herramientas de transformación para muchas personas.
“Es una lucha de mujeres en muchos espacios. Esto se logra por una gran articulación entre lo público, lo privado, las personas que hacemos cada institución. Quiero agradecer a Farmacity, que nos acompañó desde el primer día con un proyecto que comenzó con una idea y se transformó en muchas historias de vida cambiadas”, agrega Fiorella Canoni, Directora Nacional de Readaptación Social.
“Es difícil afuera también. Es difícil conseguir un trabajo genuino –les dice a las egresadas Isabella-. Pero no se detengan, no nos detengamos. Apoyémonos en la gente que nos ama. Sobre todo en la contención, que es lo más importante y lo que nos impulsa a seguir. Esta capacitación transformó mi vida. Me dieron la posibilidad de contar con un empleo que me devuelve la dignidad como persona. Las profes ahora son compañeras de trabajo. Chicas, las abrazo muy fuerte. En un momento a mí también me abrazaron, y eso me dio fuerza para seguir”.
Dice la Real Academia Española que abrazar es ‘estrechar entre los brazos en señal de cariño’, dice también que abrazar es ‘comprender, contener, incluir’.
Los abrazos que se dan hoy unas mujeres a otras en este penal son abrazos de contención y de inclusión, de confianza, de sororidad. Ahí, en este abrazo casi tribal, parece estar la gran clave de la fuerza que se necesita para salir de situaciones de tanta vulnerabilidad y dolor.